Si supieras cómo
desearía
Estar escribiendo
Con la tinta del
sudor
En el pergamino de
tu piel
Todo aquello que con
las palabras sobra
Y que con la unión
de los cuerpos
Se da por entendido.
Cómo desearía
Que el espacio vacío
De entre tus brazos abiertos
Fuese para mí.
Más sé,
Que entre ellos
No
Me corresponde
estar.
Así
Como también sé
Que no me esperas.
Quiero obligar al
pensamiento
A olvidarte,
Pero mi maldita
buena memoria
No me lo permite.
Soy yo la que te
desea,
La que te procura,
La que te necesita,
La que añora,
En fin,
La que te ama.
Te conozco desde
hace un lustro.
No eres mi amigo más
reciente,
Más te has vuelto
El más querido.
¡Y solamente te conozco
desde un lustro!
¡Hay un pendejo
entre los dos!
No eres tú,
Ni tu mente,
Ni tu cuerpo.
Es la que escribe
esto para ti.
No me amas,
No me extrañas,
No me necesitas.
Más aquí
Sigo yo,
Castigando al papel
A que cincele en sus
renglones
Con tinta indeleble
Mi llanto por ti.
No soy Cenicienta,
Ni la Bella Durmiente,
No ocupo que me
salves,
Pero sí que me
despiertes.
Tú no me amas,
Más no me cala.
Tal vez si lo
gritas,
De una vez entiendo.
Cada noche me
acuesto pensando en ti,
Y es más que obvio,
Que cada mañana
Sin ti me levanto.
La razón entiende
Que mío no eres,
Que mío no serás,
Pero la vela de la
esperanza,
Esa flama en mi
corazón,
No se apaga.
Simplemente
No se apaga.
Ya debo regresar a
dormir,
Y dar descanso a mi
cuaderno,
¡Mi fiel cuaderno!
¡Es insólito
Cómo él aguanta
Tanta pendejada!
Sin ti no me muero,
Sin ti no dejo de
respirar.
¡Corazón!
¡Corazón, entiéndelo
ya!
Entiende ya
Que esta batalla
Desde mucho antes
Ya se sabía
Que yo no ganaría.
¡Maldito corazón!
¡Pendejo corazón!
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